martes, 5 de septiembre de 2006

RIO

El río es mío.
Lo conozco bastante bien.
Parado en la Rambla, con ese extraño olor entre soleado y dulce, impregnándome de él es cuando siento una deliciosa sensación mezcla de libertad y paz.
De toda la Rambla, sigue siendo la zona de las rocas, entre la playa del Gas y Ramírez, la que más me gusta, donde siento que soy yo más auténtico. Probablemente sea porque mis recuerdos más felices y más despreocupados están relacionados con ese lugar.
Las palmeras, eso sí, siempre fueron un poco absurdas, como si no pudiera imaginarse el paisajista otra forma de crear un zona de costa, burda imitación de ciudades donde el calor y el color son tan diferentas a nuestro querido, aburrido y confiable gris.
A veces, en el verano, el sol le da a esa costa una luminosidad que disimula su vejez, o su pobreza.
Los autos viejos, o ya no tanto, circulan dándole un ritmo que, recuerdo, era lento.
Ahora no sé.
No tengo presente de la Rambla.

El río es mío.
Lo conozco bastante bien.
Navegando en sus aguas marrones y barrosas es cuando se ve toda la extensión de la ciudad enorme.
Orgullosa y altiva lo ignora, como si quisiera olvidar su origen.
Impresiona verla, desde la distancia que da estar bien metido en las aguas que tocan su costa olvidada; se muestra impenetrable.
Cuesta recordar sus esquinas afrancesadas, su avenida española, sus barrios chatos y grises.
Ahí se toma conciencia de su tamaño, de su lejanía, de lo difícil que es apropiarse de ella en su totalidad.
La Costanera no es una línea única, recorre paisajes diferentas que describen necesidades distintas.
Al Sur, más pobre, la zona más vieja y abandonada, al Norte la opulencia y la riqueza.
Pero hay belleza en las dos partes y en el puerto, que une todo como un corazón poderoso y demandante a la vez.
Tiene el ritmo incesante que se palpita en el movimiento de sus aviones, que vienen y van transportando vidas e ilusiones, comunicando personas.
Si el navegante se sienta a pensar, cuando salió de cualquiera de los puertos de la costa Norte y llegó a la zona de aeroparque, al ver aterrizar un avión puede suponer que salieron al mismo tiempo sin temor a equivocarse.
Fabuloso.


El río es mío.
Ya no sé cuan mía es Montevideo, ciudad en la que no crecí, en la que casi no amé y cuyas calles caminé poco y que despiertan recuerdos lejanos.
Calles en las que no trabajé y cuyos peatones son gente mía con la que me une sólo el origen.
No sé cuan mía es Buenos Aires, y la conozco muy bien.
La he caminado. La he sudado.
En ella he amado y he sido amado. Sus esquinas evocan a mis amigos. Todos sus cafés y bares se conectan con mi historia de hombre.Mi descendencia y los que amo viven ahí.
Las caras de la gente me resultan próximas.
Pero, nada en Buenos Aires hace sonar los tamboriles de la sangre que corre por mis venas.
Candombe que necesita salir a veces a sonar y que no encuentra eco. Sangre que no es solamente tango y rockanroll.
Tampoco Montevideo hace que mi cabeza y emoción sientan deseos de quedarse.

El río me une a esas dos ciudades, la materna y la elegida, como una corriente de amor marrón. Impredecible.
Exige navegación cuidadosa.
Exige estar preparado para el cambio de viento.
Como la vida, exige estar atento.

5 comentarios:

  1. Un texto super rico! Está lleno de matices, de comparaciones, de sentimiento.
    Me encanta esta parte:

    "Navegando en sus aguas marrones y barrosas es cuando se ve toda la extensión de la ciudad enorme.
    Orgullosa y altiva lo ignora, como si quisiera olvidar su origen".

    Los marrones de Buenos Aires...los marrones de la vida... La mezcla de colores que conforman la existencia. Todo embarrado, todo revuelto...Todo tan nuestro. Con eso me quedo tras leer tu texto, Canilla...

    Muchas gracias!

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  2. Es nuestro río. El que nos hace pueblos hermanos. El que cada vez que lo miro me hace acordar de que ustedes están ahí nomás, enfrente, por suerte.

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  3. El famoso ser rioplatense...ta bueno Cani.
    Y tan parecidos que nos volvemos cuando estamos lejos

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  4. Cuando te vas de tu lugar de origen, ya no eres ni de aquí ni de allí, ya no perteneces a ningún sitio, es como ser ciudadano del mundo. Y eso es fantástico!!!

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  5. Cuando leí tu blog me acordé de esta canción de FAcundo CAbral que hace mucho que no escucho.


    "No soy de aquí, ni soy de allá
    no tengo edad, ni porvenir
    y ser feliz es mi color
    de identidad "


    Y también de la de Jaime Ross :



    LOS OLÍMPICOS (CANCIÓN MURGUERA)



    Se nos viene fin de año, festejamos navidad,
    los ensayos se complican preparando carnaval.
    Ya está cerca fin de año en Holanda, en Canadá;
    los muchachos congelados recordando carnaval...

    Uruguayos, uruguayos...
    Donde fueron a parar
    por los barrios más remotos
    de Colombes o Ámsterdam.

    Antes éramos campeones, es íbamos a ganar,
    hoy somos los sinvergüenzas que caen a picotear.
    Trabajador inmigrante es la nueva profesión
    al que agarran sin papeles lo fletan en un avión

    Uruguayos, uruguayos...

    Ayer recibí una carta directa de Nueva York
    de mi amigo el Horacio trabaja de soldador,
    ahora tiene colachata alfombra y calefacción.
    Parece cosa de locos les va cada vez peor.

    Extraña la gente nuestra que te habla sin despreciar,
    extraña el aire del puerto cuando anuncia el temporal
    y sin embargo recuerda las cosas por la mitad.
    Se olvida las que pasaba antes de irse para allá

    Uruguayos, uruguayos...

    Volver no tiene sentido, tampoco vivir allí,
    el que se fue no es tan vivo, el que se fue no es tan gil.
    Por eso si alguien se borra que le podemos decir,
    no te olvides de nosotros y que seas muy feliz

    Uruguayos, uruguayos...


    Un saludo ,

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