viernes, 20 de abril de 2007

Ratzinger responde

Hay preguntas que tienen respuesta.

No da un poco de asco ?

Los Nadies

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pié derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de los nadies, los dueños de nada. Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

Eduardo Galeano



martes, 17 de abril de 2007

Zarpada


Despues de dos años y la reparación de la media vida, se fué el 7 de abril.
Buenos vientos.
Esperemos que el Irízar llegue a buen puerto

miércoles, 4 de abril de 2007

veinticinco años después

Veinticinco años después de aquella tarde del 30 de marzo, recuerdo a Mariano, el hijo colimba de mis vecinos donde trabajavivía por entonces, en Gerli. Alejado de todo, de mi nombre , de mi pasado y de mi futuro.
Increiblemente ya habían pasado casi trescientos jueves, aunque no fueran visibles siempre, y todavía en el barrio se suponía que todo era cierto.
Nos defendían de lo malvado. Hay que aguantar . Todos son iguales, vió ?

Incluso que se podía ganar , con viveza criolla y huevos. Como en la cancha de El Porve.

Los viejos de Mariano seguían comprando el pan a la misma hora. Yo los atendía en el mostrador y trataba de entender como era posible que creyeran.
Cuando volvió, enfermo y roto, la mirada de los padres ya no era de creyentes.
Era desilusión infinita.

Y sin embargo faltaba ese amargo trago final que sumó a los Marianos, a los que no volvieron y a los que se ahogaron a los 30.000 .

Todos ellos presentes, ahora y siempre.