miércoles, 26 de noviembre de 2008

ESPACIO URBANO Y EXPRESION POLITICA

La ciudad, el espacio urbano, no ha sido nunca un lugar armónico, libre de confusión, conflictos y violencia. Desde la Revolución de Mayo de 1810 a la Comuna de París de 1871 , desde la Chicago de los Mártires de 1886 hasta París del ’68, enormes movimientos sociales, masacres como Tlatelolco, y advenimientos como los patas sucias en la fuente del ’45 se han sucedido en ese espacio que remite al ágora de la cosa pública contemporánea. La violencia que ha dividido Belfast, que ha destruido Beirut y Sarajevo, que ha sacudido Bombay y que sacudió al símbolo de las dos torres del imperio hace tomar nota que la ciudad también ha demostrado ser una forma social notablemente elástica, duradera e innovadora.
Desde 1945, con la clásica imagen de los patas sucias en la Plaza de Mayo y antes, con las manifestaciones de la década infame, el espacio público urbano siempre ha contenido al cuerpo puesto en juego por las clases subalternas, único y final recurso de oposición a las diferentes formas de hegemonización del pensamiento. Cuando encontramos la violencia que se ejerce desde el aparato represivo del Estado, también nos encontramos por un poder ejercido por la clase dominante que no es un “privilegio” sino parte del efecto de conjunto que acompaña la posición de aquellos que son dominados.
Dice Herman Schiller en http://www.rebelion.org/hemeroteca/sociales/1mayo110601.htm “Enrique Ortega, un periodista burgués, escribió lo siguiente en La Prensa de Buenos Aires, el 30 de abril de 1890: "Asusta ver la actitud de ese elemento obrero de Europa entera, y en especial de Alemania, Inglaterra, Italia y Francia, lleno de aspiraciones y esperanzas (...). El anuncio de una huelga general en el Viejo Continente, organizada para el Primero de Mayo próximo, no deja de preocupar a los hombres que manejan la cosa pública". Podemos asumir entonces que ya desde fines del siglo XIX el uso del espacio público en la ciudad de Buenos Aires como lugar propio de protesta social, de oposición al orden y al poder de las clases dominantes era una práctica que empezaba a gestarse y que era reconocida como tal por los medios de comunicación del poder.
Esta práctica se ha realizado siempre en términos del dolor, esto es, de las necesidades expuestas en el cuerpo exhibido de la pobreza y el hambre hasta las lágrimas de los familiares de los muertos en accidentes de tránsito, desde las fotos de la violencia represiva publicadas en los medios gráficos al principio y la televisión más recientemente, sirviendo como documentos y advertencia al mismo tiempo, hasta la presencia silenciosa y definitiva de la ronda de las Madres. Este dolor, individual y colectivo, reproducido en los medios, opera como productor de pánico y no posibilita la información y el análisis. Así, el espacio público de la Ciudad de Buenos Aires, fundamentalmente su Plaza de Mayo y alrededores fueron el lugar último y privilegiado de expresión tanto de las masas peronistas como de los partidos de izquierda.
Más acá en el tiempo, la utilización de estadios por parte de la UCR en la primavera del ’83 y los famosos actos de cierre en el Obelisco, con centenares de miles de personas movilizadas desde todo el espectro político fue un primer anuncio de la disputa por la apropiación del significante contenido en el símbolo del acto público de masas. No está dentro del propósito de este trabajo hacer un análisis del discurso de los medios en esas épocas, pero en líneas generales, no había una toma de posición sobre los actos y se informaba con mayor o menor lejanía respecto de los mismos.
Lo que siempre caracterizó al discurso del poder fue su presencia en los medios, sus mecanismos de instalación de sentido común como discurso social y su construcción de otredad.
Los partidos de la derecha política desdeñaron todo lo que supusiera populismo o izquierdismo y evitaron la disputa por el espacio público, manteniendo sus prácticas en espacios privados.
Luego de más de un siglo de distintas historias de luchas y presencia callejera, a comienzos del siglo XXI se produce un quiebre. Y este quiebre se expresa con la salida a la calle de la protesta de la pequeña burguesía, considerando el adjetivo pequeño no como la conocida categoría de análisis marxista sino estrictamente en cuanto a su posición en la escala de los titulares de cuentas de ahorro , plazos fijos y cajas de seguridad bombardeados por la crisis del 2001.
Los medios actuales, multimedios con aparato productivo gráfico, radial y televisivo, modificaron sustancialmente su discurso respecto de estas acciones sociales.
Se muestra la voz del perjudicado, haciéndose ver que pudo ser cualquiera de un nosotros al que está dirigido ese discurso. Pero se separa al mismo tiempo el piquete cortador de tránsito, promovedor de atrasos, ruido y complicaciones producido por los sectores más castigados por el fin de fiesta de los noventa y no se reprueba la agresión edilicia, roturas de vidrios, rotura de persianas producidas por los llamados ahorristas. Este proceso culmina con el acto del campo del 15 de julio de 2008.
En el Monumento a los Españoles se produce un increíble oxímoron, ya que se intenta mostrar la a-parición de una nueva argentinidad, asumiendo la defensa de la más privada de las rentas como la defensa de la cosa pública y del ser nacional , en oposición a la intervención estatal , negando de raíz la razón primera de la cosa pública, la intervención para la defensa de un bien común.
Así, en esta oposición construida de significados en pugna, campo-gobierno surge una apropiación del espacio público que modifica el sentido instalado de la protesta ciudadana. La marcha, las pancartas y los cantos –consignas son utilizados como parte del lenguaje de la voz popular modificando el sentido histórico con los que se los asociaba en el pasado, reasignándoles un nuevo valor. Dicen Alejandro Raiter y Julia Zullo , investigadores de la UBA en Sujetos de la lengua. “Una comunidad utiliza los mismos códigos de comunicación ideológica…El signo, entonces es la arena donde se desarrolla la lucha de clases; los índices de valor cambian o pueden cambiar “
La disputa política remite entonces al espacio urbano primero y al lenguaje , los símbolos y los iconos después. No aparece una producción propia de significados sino una apropiación y un vaciamiento de contenido- no es lo mismo la foto de un nene piquetero semidesnudo con una lata que la foto de la dama que sale a protestar con su mucama de uniforme golpeando la olla- que los medios se ocupan de amplificar e instalar como sentido común.
Entonces, ¿como se para el campo popular a observar esta situación ?
¿Qué sienten los sectores subalternos cuando les es resignificado el lenguaje?
¿Que análisis se está produciendo en los sectores intelectuales progresistas ?
¿Cómo oponerse en forma creativa y novedosa al avance del sector hegemónico sobre las formas de protesta?
Por un lado quizá sostener las viejas formas dotándolas de mayor volumen, esto es trabajar sobre la capacidad de movilización para que el mismo grito, la misma oración puesta sobre el asfalto tenga una visibilidad mayor.
Es probable que sea útil a los medios el hecho de que cada sector, cada damnificado, acceda a la protesta en la calle a cada momento, dado que se produce una sensación de saturación, amplificada por una prensa que no es imparcial, donde se muestra desde el obrero de la fábrica vaciada hasta el habitante de la villa olvidada, junto con las madres de los fallecidos en accidentes, todos como producto de la desidia y la falta de intervención del aparato estatal , lo que evidenciaría una falta de proyecto político.
Por otro lado, investigar formas novedosas de acción urbana que propongan un escenario distinto. Un accionar urbano que quite a los medios la posibilidad de la utilización del dolor y el pánico como subproductos asociados al tratamiento de la imagen y el signo. La diferencia de medios económicos y acceso mediático entre los sectores en pugna en este espacio hace que la derrota sea inevitable si no se propone un terreno de lucha apto para las fuerzas propias. Resulta evidente que el gobierno no está en condiciones-por falta de proyecto, por intereses cruzados, por falta de cuadros técnicos, por contradicciones internas-de intervenir en esta lucha por el valor de la comunicación y disputar de igual a igual con los factores de poder hegemónicos.
Es indispensable entonces encontrar formas que puedan interpelar al gran ausente – la mayoría de la sociedad urbana- en la discusión sobre el futuro .

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Tatarabuelos


El amanecer había sucedido hacía un rato. Lo había visto todo, desde que comenzaron los primeros rayos.
Mientras terminaba de calzarse las botas, gruesas y de caña alta por las víboras, Olegario le alcanzó unos bizcochos de grasa que metió en el bolsillo de su cazadora.
Dejó el mate -nunca había podido acostumbrarse a ese brebaje de gusto salvaje- y revisó cuidadosamente todos los cartuchos del cinturón. Satisfecho, alzó su noble Merkel de dos caños con gatillo externo, tomó su bastón de andarín y silbó.
Largo y corto.
Abajo del molino, el perro puro mestizo alzó las orejas, se incorporó y esperó. Los largos pasos de su patrón lo alcanzaron enseguida, el perro sabía que no necesitaba moverse.
Olegario miró como el hombre, alto y delgado, seco como charqui, se alejaba caminando al compás de su bastón.
“Este alemán loco”, se dijo. “No hay día que el patrón no salga a cazar, aunque no traiga ni una”.
Joachim caminaba alegremente, disfrutando del fresco aire de la mañana, cuando la perdiz salió delante de él. Instintivamente alzó la escopeta, apuntó y disparó.
Sonrió, sabiendo que si hubiese usado realmente uno de los dos únicos cartuchos cargados que llevaba, habría cobrado la pieza.
El perro iba y venía, feliz del placer y la libertad de correr campo traviesa sin que nadie lo molestara. Joachim tiró los cartuchos vacíos al pasto alto.
Su pasión por la caza había muerto hacía mucho, con los ojos de un ciervo en los bosques de su Anklam natal, allá a orillas del Báltico.
Siguió caminando, disfrutando de la mañana y pensando que difícilmente el buen Olegario podría comprender el placer de la marcha sin propósito por esos enormes campos de la pampa. Las gentes de estos lugares eran capaces de andar enormes distancias, alimentados a galleta y mate, pero sólo si era necesario.
Se había inventado la excusa de la caza para poder disfrutar de la soledad, el frío y la imborrable sensación de mirar al horizonte.



Heme aquí, siendo la joven señora F, posando para esta nueva moda de las fotografías. Realmente no pueden compararse con un buen cuadro pintado por manos sensibles. Mejor aún, por ojos y corazón abiertos a la emoción. Y la emoción, el vibrar frente a la belleza o por la belleza es en realidad aquello que merece llamarse sentido o razón por la que vale la pena estar vivo. Supongo que siendo cuidados y austera con la economía del hogar podré ahorrar lo suficiente, quizá con lo que F pueda obtener de las donaciones en la iglesia y llevando una vida modesta en dos años logre apartar unas veinte o treinta coronas.
¡Alabado sea Dios por la suerte de que sea un hombre piadoso de gustos y placeres sencillos!
Por los comentarios de mi querida Cósima – ¡cuanto te extraño querida prima! – pueden encontrarse algunos de segunda mano en buen estado. Quizá deba esforzarme un poco más y pensar en coser yo misma las ropas necesarias para la vida cotidiana y entonces si podría aspirar a obtener uno nuevo. ¡Reluciente!
Hasta podría tener candelabros de plata en su frente. Hermosos candelabros en la madera negra y lustrada.
Lo único que me resultaría insoportable es que el marfil estuviera amarillento. No imagino mis dedos frotando ese amarillo óseo.
Si, seguramente lograré aspirar a uno de mejor calidad si resuelvo el problema del vestido de esa manera. Ya me imagino, acariciando el blanco marfil y disfrutando de su efecto.
Por supuesto, debo ser modesta y no pensar en aquellos que tienen sus pedales con formas que imitan los pies de las fieras. Además, es cierto que resultan incómodos pero ¡son muy bonitos!
Quizá podría ahorrar también con la lumbre y entonces si podré conseguirlo en sólo un año.
Eso haré, no creo poder soportar más de un año de espera para obtenerlo.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Navegar es necesario , vivir no

Están a punto de cumplirse 34 años del cierre de Marcha.
A meses de cumplir 34 años en este hermoso país.

Y hay cosas que me vienen a la cabeza. Como mis lecturas , mis diarios y mis voces.
O navegar .


URUGUAY: EL PASO MÍTICO DE LA REVISTA "MARCHA".EN SUS PÁGINAS ESCRIBIERON JORGE LUIS BORGES, ARTURO JAURETCHE, RODOLFO WALSH Y EL CHE, JUNTO CON EDUARDO GALEANO, JUAN CARLOS ONETTI Y MARIO BENEDETTI. LA MARCA QUE MARCHA DEJÓ EN AMÉRICA LATINA SIGUE SIENDO MUY FUERTE.

Es dificil explicar ahora cómo fue posible que un periódico editado en Montevideo, en principio para el público del Uruguay, fuera esperado cada viernes en el centro de Buenos Aires, donde los ejemplares eran literalmente arrebatados por el público argentino.Sin embargo, así fue en los años 60, cuando el Vapor de la Carrera cruzaba el río y depositaba decenas de fardos del semanario Marcha en los muelles de la Dársena Norte. Desde allí, en una caravana que a veces reunió a una docena de autos de alquiler, los periódicos inundaban la ciudad, bajo la dirección del bizarro distribuidor a quien conocían en el universo de los revendedores como "el Señor Cigüeña". Marcha fue un producto único de la cultura del Uruguay, pero a tres décadas de su clausura definitiva, el mejor homenaje que se le puede rendir es reconocer que toda América latina le debe la formulación de un pensamiento común. La soberanía de los Estados nacionales, la protección de las economías regionales, la afirmación cultural, fueron los ejes de la prédica de Marcha, desde su fundación en 1939, en las vísperas de la Segunda Guerra Mundial.Esta extraordinaria lealtad, mantenida a lo largo de treinta y cinco años y 1.676 ediciones, fue la tarea que cargó a sus espaldas Carlos Quijano, abogado nacido con el siglo veinte, posiblemente predestinado a una gran carrera profesional en Montevideo, cuyo destino se define en otra dirección desde que llega a París para estudiar Economía en La Sorbonne. En París, el joven uruguayo ingresa rápidamente en el círculo de sus contemporáneos: son el peruano Víctor Haya de la Torre, el venezolano Rómulo Betancourt, los guatemaltecos Miguel Angel Asturias y Juan José Arévalo y el cubano Julio Antonio Mella, entre otros, quienes serán presidentes de sus países o morirán trágicamente luchando por esas ideas que estarán presentes en las páginas de Marcha.Después de la clausura de Marcha, en 1974, Quijano padeció las penurias que conocieron los líderes de su generación latinoamericana: primero la cárcel y enseguida el destierro en México, donde murió. Pero ahora resulta sorprendente que Quijano, para algunos un derrotado a pesar suyo, haya tenido desde su misma juventud la coartada perfecta para pasar a la historia. Su nombre y el de Marcha se reproducen en centenares de libros y de ensayos, son la base de investigaciones literarias y la colección del semanario es consultada en las bibliotecas de las principales universidades de Europa y los Estados Unidos.En cierto modo, Marcha fue una expresión política y cultural más grande que la ciudad donde nació y Quijano trabajó en algo que entonces no podía verse con claridad: la formación de un frente político capaz de quebrar la alternativa consuetudinaria de Colorados y Blancos, que mostraba un Uruguay petrificado en las guerras de la Independencia. Fue contra ese Quijano que la dictadura militar lanzó la persecución que lo llevó a la prisión y lo condenó al destierro, sabiendo perfectamente que este uruguayo universal no iba a resistir demasiado sin el aperitivo en El Aguila, las rotativas de la Ciudad Vieja sonando toda la noche y las corrientes de aire de la Plaza Independencia. Aunque en México lo arroparon con su amistad Gabriel García Márquez y Julio Cortázar, junto con una generación de latinoamericanos para quienes Marcha fue un símbolo, Quijano sintió profundamente que, a pesar de su prédica por la Patria Grande, no soportaba la ausencia de la patria chica.Empresario editorial, director periódístico, polemista infatigable, una calle céntrica tiene su nombre en Montevideo.El lema de Marcha fue una sentencia latina: "Vivir no es necesario, navegar es necesario", a la que Carlos rindió tributo en vida y después de muerto, cuando su pensamiento sigue navegando provocativamente, incitando a la polémica y a la reflexión.
Por Rogelio García Lupo
Fuente: revista Ñ www.clarin.com.ar

martes, 4 de noviembre de 2008

La Farola

La esquina de Cabildo y Ramallo está marcada desde hace décadas por una señal.
La Farola de Nuñez, integrante de una cadena de pizzerías que existe en San Justo, Mataderos, y Olivos tiene todavía una arquitectura y diseño típicos de los años sesenta y setenta.
En estas épocas de no lugares, de espacios decorados de la misma forma, con colores, mobiliario y luces idénticas, es difícil saber donde se encuentra uno realmente. Los interiores son repetitivos como la decoración de una cadena de hamburgueserías.
No es el caso de La Farola.
Sigue iluminando su espacio con la cruda luz azulada de los tubos de neón, dispuestos simétricamente como una parrilla, sin ninguna pretensión de diseño. El mobiliario es el viejo y tradicional estilo de muebles de fórmica, las mesas de cuatro invariables, dispuestas para aprovechar al máximo el espacio. El mostrador largo y de mármol , con una prolija exposición de facturas, pastelería, empanadas y toda la vajilla de vidrio necesaria para despachar rápido las gaseosas y el chopp.
Ordenado y funcional.
Su público no busca movida ni sofisticación. Parejas mayores, familias ruidosas con niños y mucha reunión de amigotes que se juntan .
Pizza y birra.
El faso
quedó afuera de la escena gracias la las disposiciones actuales. Normalmente hay dos o tres grupos de tipos que hablan de fútbol y de minas. En este ambiente no se estila ya hablar de política.
Y la circulación de grandes de muzza, doble calabresas, napolitanas , fainá , fugazzetas y fugazas satura el olfato. La pizza es de molde, gruesa, con mucho queso y debe decirse que es tanta la cantidad que sale por día que eso hace que siempre sea buena. Rústica pero noble, dos porciones calman a un estibador.
Birra, toda.
Nadie toma vino salvo la pareja de gente mayor que está al fondo del lado de Ramallo. Por supuesto, es Michel Torino barato, pero con la napolitana va bien. En éste lugar no puede hablarse de maridaje.
Digno de verse el veterano pizzero, con dos dientes menos y con sus manos llenas de cicatrices de quemaduras añejas maneja el molde, la muzza y las bateas con salsa con velocidad de experto. El lavaplatos, al mismo tiempo que organiza los platos y cubiertos sobre el secadero despacha de la heladera las bebidas, mientras que del otro lado un compañero hace gala de su experiencia al tirar el chopp con la espuma justa.
En general, el lavaplatos es el personaje invisible de la actividad gastronómica.
RA, jujeño de veinticinco años, hace dos que trabaja acá. Ahora está contento porque consiguió arreglar el asunto del horario y trabaja desde las dos de la tarde al cierre. Como consiguió alquilar un pequeño departamentito, arriba de un mercado abandonado sobre Av Maipú , en Olivos a escasas treinta cuadras de acá ,está en la gloria. Ya no tiene que venirse desde San Miguel y siente que tiene toda la ciudad para él. Comparte el departamento con dos mozos de La Farola de Olivos que, jujeños como él, le hacen compañía.
Su aspiración pasa por poder pasar “adentro” a la cuadra, para aprender el oficio de pizzero, aprender a manejar la media-masa, la cantidad justa de muzzarella por pieza y sobre todo , a saber manejar el tiempo del horno. Así que se apura para lavar rápido y poder empezar a cortar y servir cuando piden de a porción. Pela y corta cebolla sin dudar y ya tiene un par de tajos por exceso de entusiasmo y falta de habilidad.
Su sonrisa, todavía de dientes intactos, habla de su esperanza. No le pregunté de dónde es originario ni por que oficios y aventuras ya pasó. El en realidad sabe a dónde quiere llegar y lo demás no importa.
Sin sofisticación, La Farola de Nuñez pertenece a ese grupo de pizzerías que existen fuera del circuito Palermo-barrio o Puerto-quien sea y le dan de comer pero fundamentalmente le brindan un espacio de salida y distracción a multitudes desconocidas que viven y trabajan en los barrios más alejados del circuito sofisticado de Buenos Aires. Esas que se encuentran al final de Juan B Alberdi. o por la avenida Sáenz, justo en Pompeya. Las que resistieron la transformación y siguen siendo imagen y señal del barrio. Como un símbolo de identidad se oponen a los no-lugares de Marc Augé y la hiper sofisticación que proponen algunas nuevas formas de consumo.
Las luces se encienden por los barrios para el moscato, pizza y fainá .