martes, 28 de octubre de 2008

AFJP , jubilación y retiro

Uno de los temas a desinstalar de la "opinión pública"- que no es más que la mediación de los MEDIOS por acción u omisión- es la diferencia / equivalencia de significados entre estos términos del habla.
Jubilación significa un sistema solidario, colectivo,donde los individuos pasivos son sostenidos económicamente por los activos, esto es sabido.
Retiro tiene relación con un sistema donde el trabajador, individualmente,se genera su propia "pensión de retiro" durante su vida activa. Para eso aporta a un administrador un ahorro que pierde el 30 % en comisión y que se transforma en una masa enorme de dinero que financia negocios especulativos , donde si pierde el agente inversor"AFJP" pierde el aportante individual y si gana se lleva sólo las migajas de la fiesta.
El problema aparece cuando el Estado , el nosotros, la cosa pública, tiene que intervenir para aportar -sostener- a los individuos que perdieron sus expectativas de pensión .
Son expectativas, porque uno no puede ir a la ventanilla a retirar el dinero que figura en su cuenta , por lo que no es equivalente a un plazo fijo o dinero en una caja de ahorros.
El lenguaje utilizado en los medios ,como herramienta de hegemonización del pensamiento intenta igualar términos que tienen significados distintos.
Así ,neoliberalismo no es más que puro y duro capitalismo,
nada que ver con Adam Smith, piquetero es sinónimo de desclasado fuera del sistema, violento; y mercado bursátil no es más que especulación . En esta óptica de análisis, riesgo empresario es un sintagma sin sentido.
Como
decía por ahí Forster, el profe Casullo hablaba de recuperar el nombre de las cosas.
César, Caesar, Kaiser y Czar no son la misma cosa.

martes, 21 de octubre de 2008

Publicaciones

A veces cuando uno tiene tiempo y llueve como hoy, se dedica a webear en el mejor sentido del término
Y se encuentra con estas usinas de pensamiento.
Personajes como Mario Montoto y , no estoy seguro, si Gustavo Gorriz es el mismo coronel que fuera edecán de Men... y operador de Brinzoni.

Para ver el otro lado.

AFJP

En mis años (década y pico) de comercial en la industria gráfica hice buena plata en comisiones por ventas a las AFJP. Recuerdo unas carpetas para Máxima y una folletería para Siembra que me dejaron buena guita. Siempre creí que era un hermoso globo de colores, bien presentado y muy bien impreso(tengo que defender mi historia).
A esta altura de la función poco importa si fue el Gran Equino Cordobés el que obligó , con estilo de capomafia, a las susodichas AFJP a tomar títulos del Estado que estaban en la timba o, si como leí por ahí en algún post ya estaban invirtiendo hacía más de un año en títulos en EEUU que estaban bajando .
Era un gran negocio para los BANCOS que estaban atrás de las susodichas AFJPs, que como Lehman, Merryl y unos cuantos calificadores, bancos de inversión, etc VIVEN DE LAS COMISIONES QUE TE COBRAN PARA ENTRAR.
Lo que hay que exigir al Gobierno nacional y donde hay que estar atentos, es que esto no se use para hacer caja, que se analice el tema con capacidad profesional y honestidad intelectual,que el ladriperonismo no meta sus garras en esta torta y que el proyecto sea discutido, no decretado.
Así como Bush salva a los banqueros, acá puede pasar lo mismo y creo que eso es lo que hay que evitar.
Hay que repensar la financiación del sistema, redefinir algunas modalidades de trabajo - relación de dependencia falseada como relación con proveedor monotribustista- mejorar la capacidad de control del Estado para la gestión de cobranza de los aportes.Hay que estudiar la viabilidad de un sistema que se complica a medida que la esperanza de vida aumenta y la cantidad de trabajadores activos disminuye.
Hay que pensar muy bien que se hace con los miles de laburantes que quedarían sin su trabajo.No es fácil y vale la pena abrir la discusión.
Pero hay que encarar el asunto.

viernes, 17 de octubre de 2008

De matrices e identidades.



Ayer en la facu se hizo este interesante encuentro que a media hora por cabeza llevó una exposición de casi dos horas antes de el debate, al cual mucho no pude quedarme por asistir a clase un piso más arriba.

Pero para resumir diríamos que entendí lo sigiuiente:
Mario Toer hizo un gran vuelo histórico indagando acerca de las enormes diferencias de origen de los actuales gobiernos de Brasil, Bolivia ,Ecuador,Chile ,Venezuela,Nicaragua, Uruguay , Argentina y Paraguay.Reconociedo una tendencia a esbozar un discurso común para enfrentar problemas sudamericanos- Ecuador/Colombia y el cassus belli insinuado,la protoguerra civil en Bolivia y UNASUR - y, fundamental en el análisis de la hora, la posición de los Gobiernos respecto de la crisis mundial del capitalismo "bursátil" y el liderazgo asumido ahí por el tornero brasilero, secundado por el cocalero boliviano, el economista ecuatoriano o la abogada argentina.Habló sobre la matriz de la revolución rusa del 17 y la impronta de la cubana del 59, mirando sus efectos culturales e ideológicos en clases dirigentes diferentes, de diferente origen y con distintos intereses y problemas locales. Dejó la pregunta acerca de la posibilidad de la unión por el espanto ante el efecto que la explotación y el capitalismo han hecho en nuestros pueblos y la aparición de una noción de defensa de intereses comunes en forma común.Luego la posta la tomó Horowicz, quien nos habló del efecto derrota en la política tanto en los sectores más progresistas cómo en los más conservadores. Habló de la victoria global del capital, tanto desde la transformación de China como de la guerrilla latinoamericana que ni llegó a serlo, pasando por el fracaso político que significó la imposibilidad de intervenir sobre la crisis demostrada por el gobierno de Bush.A continuación Rinesi nos habló de la re-instalación de la cosa pública ,la res publica y la cotidianeidad política que habla de tensiones , discusiones , conflictos y de las formas de negociación que significan resolverlos.Tomó la doble significación del concepto de matriz, tanto de partida como de llegada- un matricero fabrica matrices - para hacer repensar acerca de la búsqueda de nuevas soluciones con el capital cultural , ideológico e histórico del que disponemos.Al finalizar , Forster con su estilo espectral entró en algo que yo tomé muy personalmente que es la resignificación de la palabra. Habló de volver a decir las cosas por su nombre, citando a Casullo, enunciando que en definitiva el eufemismo neoliberalismo no es más que un término difuso, vago, políticamente correcto agrego yo, del puro y duro capitalismo. Y de que en última instancia es a eso a lo que nos oponemos como conjunto.
En fin , esto no es más que una crónica apurada, pero dejó mucho para pensar.
Que de eso se trataba la cosa.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Y sigo con los Medios

Nuevamente el tema de la comunicación me lleva a escribir unas líneas.

Esta vez es pensando el papel de la comunicación , y por ende el de los comunicadores . Además de la mirada necesaria a posar sobre el dispositivo.
En este momento histórico, con la crisis que afecta- en forma definitiva?- el corazón mismo del paradigma neoliberal, un análisis que hay que hacer es acerca del papel que la comunicación ha representado en el sistema hegemónico actualmente en crisis.

Dejando de lado el análisis sobre los medios, y sobre todo la propiedad de los mismos y la importancia de el hecho que la propiedad de los medios masivos sea del sector hegemónico que los utiliza para reproducir el sistema hacia el sector subalterno, me interesa detenerme un minuto sobre el trabajador.
El comunicador a sueldo, en el buen sentido, que necesita su fuente de trabajo, es una parte fundamental del mecanismo.
Poco podría hacerse con los medios si no tenemos trabajando en ellos a los productores de sentido, de semiosis social , de discurso público que se instala en la sociedad.
Depende entonces de su formación y su visión, el tipo de discurso que elabore y de ahí resulta fundamental el papel que las escuelas de formación hacen sobre los aspirantes a comunicadores.
De ahí que las escuelas de periodismo patrocinadas por los medios lo que formarán serán técnicos útiles al sistema.

Es fundamental entonces el papel de las universidades latinoamericanas que en sus carreras de Ciencias de la Comunicación puedan oponer una cierta resistencia a esa acción hegemónica .

La creación de los Observatorios de Medios que, fundamentalmente tienen el papel de hacer una mirada crítica sobre el desempeño de estos ,en defensa de un capital simbólico democrático y participativo es una herramienta interesante que se está comenzando a usar.

En momentos en que el neoliberalismo no termina, pero se agota, donde comenzarán momentos de tensión y conflicto por alternativas en las que America Latina aparece con cierto protagonismo y donde muy lentamente las tensiones tenderan a la ruptura del modelo neoliberal, el campo de lo comunicación y la comprensión de sus efectos resultará fundamental para elaborar respuestas superadoras que contemplen ciertos aspectos de un mundo solidario y más humanista.

viernes, 10 de octubre de 2008

El fin de la historia

Alguien se acuerda de Fukuyama?

A fines de los noventa , este señor , al que muchos intelectuales, operadores ,politólogos(?) en fin, los representantes del aspecto más pretencioso del neoliberarismo adjudicaban la posición de gurú- filosófico, en el momento en que la retirada producida en los sectores populares coincidía con el avance más espúreo de la codicia y la avaricia disfrazadas de pensamiento moderno, pontificaba sobre la caída del paradigma del pensamiento socialista o "populista" y sostenía la vetustez del pensamiento marxista como herramienta de análisis para la comprensión de la historia, "confundiendo " el marxismo con el marxismo-leninismo.

En estos momentos, cuando la gran burbuja financiera estalla comiéndose a si misma, reaparece el rol del Estado . No como "player" como dirían los pretenciosos inventores de Títulos de Deuda Apalancados Estructuralmente -papelitos de colores- que le venden a otros que suponen que deben ser buenos si estan comercializados por agentes prestigiosos como Merryll, Goldman,Lehman etc. Como árbitro. Como garante. Como representante de la posibilidad de una sociedad de dirigir sus esfuerzos hacia algún lugar.
Eso hace más transparente la importancia de los individuos sentados en los sillones , que tienen todos los botones del teclado de la net que hace el poder.
Aquellos que pueden mandar a los Estados Unidos a una guerra que ya lleva gastados más de 700.000.000.000 de u$s, si le creemos a los números que circulan por todas partes.
Aquellos que pueden juntarse y parar un principio de guerra civil como sucedió con Bolivia hace sólo menos de un mes.
Aquellos que necesitan tener cerca a productores de pensamiento , como el filósofo que murió ayer.

Tengo para mi la sensación de que ahora sí, estamos entrando en el Siglo XXI, se cayeron los Dos Muros (JJRTolkien estaba confundido, no eran dos torres ) y se quemaron todos los libretos.
Hay que producir pensamiento para entender donde estamos , usando todo el capital teórico del que disponemos.

Después de este fragmento de filosofía barata me pongo los zapatos de goma, las calles de la realidad estan llenas de barro ácido.

CASULLO

El profesor Nicolas Casullo murió hoy/ayer.
Un tipo lúcido, humilde y de esos que siempre da gusto escuchar.

Una pérdida

martes, 7 de octubre de 2008

Recorto y pego...

El derecho a la ciudad
David Harvey


05/10/08


La ciudad, escribió una vez el reputado sociólogo urbano Robert Park:
Es uno de los intentos más consistentes, y a la postre, más exitosos del hombre, de rehacer el mundo en el que vive a partir de sus anhelos más profundos. Si la ciudad, en todo caso, es el mundo que el hombre ha creado, es también el mundo en el que está condenado a vivir. Así, de manera indirecta y sin una conciencia clara de la naturaleza de su tarea, al hacer la ciudad, el hombre se ha rehecho a sí mismo.
El derecho a la ciudad no es simplemente el derecho de acceso a lo que ya existe, sino el derecho a cambiarlo a partir de nuestros anhelos más profundos. Necesitamos estar seguros de que podremos vivir con nuestras creaciones (un problema para cualquier planificador, arquitecto o pensador utópico). Pero el derecho a rehacernos a nosotros mismos creando un entorno urbano cualitativamente diferente es el más preciado de todos los derechos humanos. El enloquecido ritmo y las caóticas formas de la urbanización a lo largo y ancho del mundo han hecho difícil poder reflexionar sobre la naturaleza de esta tarea. Hemos sido hechos y rehechos sin saber exactamente por qué, cómo, hacia dónde y con qué finalidad ¿Cómo podemos, pues, ejercer mejor el derecho a la ciudad?
La ciudad no ha sido nunca un lugar armónico, libre de confusión, conflictos, violencia. Basta leer la historia de la Comuna de París de 1871 o ver el retrato ficticio de las Bandas de Nuevas York de 1850 trazado por Scorsese para tomar consciencia de cuán lejos se ha llegado. Pero bastaría pensar, también, en la violencia que ha dividido Belfast, que ha destruido Beirut y Sarajevo, que ha sacudido Bombay y que ha alcanzado, incluso, a la "ciudad de los ángeles". La calma y el civismo son la excepción, y no la regla, en la historia urbana. Lo que de verdad interesa es si los resultados son creativos o destructivos. Normalmente son ambas cosas: la ciudad es el escenario histórico de la destrucción creativa. No obstante, la ciudad también ha demostrado ser una forma social notablemente elástica, duradera e innovadora.
¿Pero de qué derechos hablamos? ¿Y de la ciudad de quién? Los comuneros de 1871 pensaban que tenían derecho a recuperar "su" París de manos de la burguesía y de los lacayos imperiales. Los monárquicos que los mataron, por su parte, pensaban que tenían derecho a recuperar la ciudad en nombre de Dios y de la propiedad privada. En Belfast, católicos y protestantes pensaban que tenían razón, lo mismo que Shiv Sena en Bombay cuando atacó violentamente a los musulmanes ¿No estaban todos, acaso, ejerciendo su derecho a la ciudad? "A derechos iguales" –constató célebremente Marx- "la fuerza decide" ¿Es a esto a lo que se reduce el derecho a la ciudad? ¿Al derecho a luchar por los propios anhelos y a liquidar a todo el que se interponga en el camino? Por momentos el derecho a la ciudad parece un grito lejano que evoca la universalidad de la Declaración de derechos humanos de la ONU ¿O será que lo es?
Marx, como Park, pensaba que nos cambiamos a nosotros mismos cambiando el mundo y viceversa. Esta relación dialéctica está anclada en la raíz misma de todo trabajo humano. La imaginación y el deseo desempeñan un papel importante. Lo que distingue al peor de los arquitectos de la mejor de las abejas –sostenía Marx- es que el arquitecto erige una estructura en su imaginación antes de materializarla en la realidad. Todos nosotros somos, en cierto modo, arquitectos. Individual y colectivamente, hacemos la ciudad a través de nuestras acciones cotidianas y de nuestro compromiso político, intelectual y económico. Pero, al mismo tiempo, la ciudad nos hace a nosotros. ¿Puedo acaso vivir en Los Ángeles sin convertirme en un motorista frustrado?
Podemos soñar e interrogarnos acerca de mundos urbanos alternativos. Con suficiente perseverancia y poder podemos aspirar incluso a construirlos. Pero las utopías de hoy en día no gozan de buena salud porque cuando se concretan, con frecuencia, es difícil vivir en ellas ¿Qué es lo que no funciona? ¿Carecemos acaso de la brújula moral y ética adecuada para orientar nuestro pensamiento? ¿Será que no podemos construir una ciudad socialmente justa?
Pero ¿qué es la justicia social? Trasímaco, en La República de Platón, sostiene que "toda forma de gobierno aprueba las leyes que lo benefician", de modo que "lo justo es lo mismo en todas partes: la ley del más fuerte". Platón rechazaba esta conclusión apelando a la justicia como ideal. En realidad, hay toda una plétora de formulaciones ideales de la justicia. Podríamos ser igualitarios utilitarios a la manera de Bentham (el mayor bien para el mayor número), contractualistas a la manera de Rousseau (con su ideal de derechos inalienables) o de John Rawls, cosmopolitas a la manera de Kant (el mal contra uno es un mal contra todos) o simplemente hobbesianos, recordando que el Estado (el Leviatán) impone la justicia sobre intereses privados desconsiderados para evitar que la vida social se vuelva violenta, brutal y corta. Algunos incluso apelan a ideales de justicia locales, que sean sensibles a las diferencias culturales. Al final, nos quedamos frustrados frente al espejo, interrogándonos: ¿cuál es la mejor teoría de la justicia? En la práctica, sospechamos que Trasímaco tenía razón: la justicia es simplemente lo que la clase dominante quiere que sea.
Sin embargo, no podemos prescindir ni de los planes utópicos ni de los ideales de justicia. Son indispensables para la motivación y la acción. La indignación ante la injusticia y las ideas alternativas han inspirado durante mucho tiempo la búsqueda del cambio social. No podemos deshacernos cínicamente de ellas. Pero podemos y debemos contextualizarlas. Todos los ideales en materia de derechos presuponen una cierta concepción de los procesos sociales. Y a la inversa: todo proceso social incorpora alguna concepción de los derechos. Permítaseme un ejemplo.
Vivimos en una sociedad en la que los derechos inalienables a la propiedad privada y a las ganancias se imponen sobre cualquier otra concepción de derechos inalienables que se pueda tener. Esto es así porque nuestra sociedad está dominada por la acumulación de capital en el marco de un mercado de intercambios. Este proceso social depende de una determinada construcción jurídica de los derechos individuales. Sus defensores mantienen que esto estimula "virtudes burguesas" como la responsabilidad individual, la independencia de la interferencia estatal o la igualdad de oportunidades en el mercado y ante la ley; la recompensa de la propia iniciativa y un mercado abierto que asegure libertades para elegir. Estos derechos comprenden la propiedad privada de uno mismo (que permite vender libremente la fuerza de trabajo, ser tratado con dignidad y respeto y preservar la propia integridad física). Y unidos a ella, los derechos a la libertad ideológica y a la libertad de expresión. Admítase: estos derechos derivados resultan atractivos. Muchos de nosotros recurrimos a ellos constantemente. Pero lo hacemos como mendigos que viven de las migajas que caen de la mesa del rico. Déjenme explicarlo.
Vivir bajo el capitalismo supone aceptar o someterse a un conjunto de derechos necesarios para la acumulación ilimitada de capital. "Nosotros", explica el Presidente Bush mientras va a la guerra, "perseguimos una paz justa en la que la represión, el resentimiento y la pobreza sean reemplazados por la esperanza de democracia, el desarrollo, los mercados libres y el comercio libre". Estos últimos, afirma, "han demostrado su capacidad para sacar a poblaciones enteras de la pobreza". Los Estados Unidos repartirán al mundo entero, lo quiera o no, el regalo de la libertad (de mercado). Sin embargo, la existencia de derechos inalienables a la propiedad privada y a los beneficios (también incorporados, a instancias de los Estados Unidos, a la Declaración de la ONU) puede acarrear consecuencias negativas, incluso mortales.
Los mercados libres no son necesariamente justos. Como reza un antiguo dicho: "no hay nada más desigual que el igual trato entre desiguales". Esto es lo que hace el mercado. En virtud del igualitarismo del intercambio, el rico se torna más rico y el pobre más pobre. Se entiende por qué los ricos y poderosos defienden estos derechos. Gracias a ellos, las divisiones de clase crecen. Las ciudades se guetifican: los ricos se blindan buscando protección mientras los pobres, por defecto, se aíslan en guetos. Y si a las luchas por adquirir ingresos y una posición de clase se superponen, como suele ocurrir, las divisiones raciales, étnicas y religiosas, el resultado son ciudades atravesadas por divisiones todavía más amargas y bien conocidas. Las libertades de mercado conducen inevitablemente al monopolio (como puede verse en el ámbito de los medios de comunicación o del desarrollo urbanístico). Treinta años de neoliberalismo nos enseñan que mientras más libre es el mercado más grandes son las desigualdades y mayor el poder de los monopolios.
Peor aún, los mercados necesitan la escasez para funcionar. Y si la escasez no existe se crea socialmente. Esto es lo que la propiedad privada y la búsqueda del beneficio se encargan de hacer. El resultado es una carestía en gran medida innecesaria (desempleo, falta de vivienda, etcétera), en medio de la abundancia. Gente sin techo por las calles y mendigos en los metros. Hambrunas que pueden perfectamente producirse en un contexto de superproducción de alimentos.
La liberalización de los mercados financieros ha desatado una tormenta de poderes especulativos. Unos cuantos fondos de inversiones, en ejercicio de su inalienable derecho a obtener beneficios por cualquier medio, destruyen a golpe de especulación economías enteras (como las de Indonesia o Malasia). Destruyen ciudades enteras, las reaniman con donaciones para la ópera y el ballet mientras sus delegados ejecutivos, como ocurrió con Kenneth Lay o Enron, se pavonean en el escaparate global y acumulan riquezas desorbitadas a expensa de millones de personas ¿Tiene sentido conformarse con las migajas de los derechos derivados de la propiedad privada mientras algunos viven como Kenneth Lay?
Si es aquí donde conducen los derechos inalienables a la propiedad privada y al beneficio, no los queremos. Nada de esto produce ciudades que respondan a nuestros anhelos más profundos, sino mundos de desigualdad, injusticia y alienación. Estoy en contra de la acumulación ilimitada de capital y de la concepción de los derechos que la permite. Otro derecho a la ciudad es necesario.
Naturalmente, quienes hoy detentan estos derechos no los cederán de manera voluntaria: "A iguales derechos, la fuerza decide". Esto no supone necesariamente violencia (aunque por desgracia a menudo se acaba en ella). Pero exige movilizar el poder suficiente para cambiar las cosas a través de la organización política o, si hiciera falta, en la calle. Dicho esto, ¿qué estrategia deberíamos adoptar?
Ningún orden social, decía Saint-Simon, puede cambiar si las grandes líneas de lo nuevo no se encuentren ya latentes en el presente. Las revoluciones no son rupturas totales, pero son capaces de dar un giro radical a las cosas. Los derechos que hoy se consideran derivados de la propiedad (como el derecho a ser tratado con dignidad) deberían volverse fundamentales; y los derechos que hoy se consideran fundamentales (como el derecho de propiedad privada o el derecho al beneficio) deberían considerarse derechos supeditados al resto ¿No era éste, acaso, el objetivo del socialismo democrático?
Como puede verse, hay contradicciones en la concepción capitalista de los derechos. Estas contradicciones pueden explotarse ¿Qué habría pasado con el capitalismo global y con la vida urbana si se hubieran garantizado los preceptos de la Declaración de la ONU relativos a los derechos laborales derivados (a un empleo seguro, a estándares razonables de vida, a la auto-organización)?
Pero también pueden definirse nuevos derechos. Como el derecho a la ciudad, que no es, como decía al comienzo, el simple derecho a acceder a lo que los especuladores de la propiedad y los funcionarios estatales han decidido, sino el derecho activo a hacer una ciudad diferente, a adecuarla un poco más a nuestros anhelos y a rehacernos también nosotros de acuerdo a una imagen diferente.
La creación de nuevos espacios urbanos comunes, de una esfera pública con participación democrática activa, requiere remontar la enorme ola de privatización que ha sido el mantra de un neoliberalismo destructivo. Debemos imaginarnos una ciudad más inclusiva, aunque siempre conflictiva, basada no sólo en una diferente jerarquización de los derechos sino también en diferentes prácticas políticas y económicas. Si nuestro mundo urbano ha sido imaginado y luego hecho, puede ser re-imaginado y re-hecho. El inalienable derecho a la ciudad es algo por lo que vale la pena luchar. "El aire de la ciudad nos hace libres", solía decirse. Pues bien: hoy el aire está un poco contaminado; pero puede limpiarse.


David Harvey es un geógrafo, sociólogo urbano e historiador social marxista de reputación académica internacional. Entre sus libros traducidos al castellano en los últimos años: Espacios de esperanza (Akal, Madrid, 2000) y El nuevo imperialismo (Akal, Madrid, 2004)
Traducción para
www.sinpermiso.info: Gerardo Pisarello .

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Texto recibido desde Ciencias de la Comunicación UBA

lunes, 6 de octubre de 2008

Ceremonias fúnebres

Parece que el efecto Jazz, del que se ha hablado acá , acá y acá esta transformandose en algo serio.
Como en una buena ceremonia fúnebre de New Orléans, estamos en la
primera parte de la marcha, donde el bastonero va llevando despacio el tempo mientras el cortejo va caminando despacito.
Llegaremos a pasar al rag-time ?


El Espectro sigue dando que hablar, y ahora mas que nunca habrá que pensar en términos de defensa solidaria de la región. Nada garantiza el éxito pero la inacción, seguro nos lleva al fracaso.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Ein Gespenst geht um in Europa, das Gespenst der Kapitalismus

Los corredores de bolsa, pobres , vienen a ser algo así como el Lumpenkapitalitat .
Recomiendo leer ésta entrevista , colgada por la amiga de los vermicellis, Insoportable Finitud.

Un comentario uruguayo

Permítaseme citar al Pepe, que no es Don Pepe, pero en algunas cosas se le parece y además , a que negarlo, el corazoncito tira:

"Tenemos que preguntarnos cuál es el sentido de la política para los hombres de izquierda. Nuestros partidos tienen que ser agencias de comunicación que lleguen al corazón de los humildes. Tenemos que ganar conciencias y sentimientos. Para eso tenemos que ser éticos. Muchos progres son vergonzantes con la derecha y le envidian el auto, desean ser invitados a los banquetes. ¿Cuál es nuestra frontera personal? Hay que vivir como se piensa y pensar como se vive. Y no cargar con una cruz sino vivir con alegría. No podemos ganar la confianza de las masas si somos impostores.

José Pepe Mujica
Página 12 01/10/2008