lunes, 25 de septiembre de 2006

Galeano y Zitarrosa

" A nosotros, los de por aquí, nos cuesta mostrarnos. En cosas del alma, somos hombres de decir callado o hablar al revés. Por que será, no sé. Qizás por pudor, o por miedo, o quizás porque en el fondo sospechamos que no hay palabra que salve del dolor de vivir, ni anestesia que pueda..."

Eduardo Galeano en comentario de la edición de cuentos de A Zitarrosa.

lunes, 18 de septiembre de 2006

Nombres

Me interesa la comunicación.
Me interesan los medios.
Tengo 15 años de industria gráfica.

Y la letra ( y la música) de este tema de Jaime Roos me significan .
Nací casi exactamente ahí, y jugando, de botija ( niño de hasta 10 años) gritaba con el jorobado

ACIONNNN, PLATAYDIARIOOOOOOO.
PLATA, ACCIONN y DIARIOOOOOO.

DURAZNO Y CONVENCIÓN
La calle Durazno

Nace a la intemperie
Telón ceniciento
Palmeras al viento
Abierta a las olas
Marrones y blancas
De la playa chica
Que muere en el Gas

La calle Durazno
Muere sin saberlo
Cuando se ilumina
Toda de lila
En pleno diciembre
A la hora más lenta
La siesta obligada
Del jacarandá

La vida
La vida como siempre dura
La noche como siempre oscura
Por la calle Convención
El mismo
El mismo taconeo absorto
Los yiros del paseo corto
De la calle Convención
La vida
La vida tironeando el cobre
La tienda del judío pobre
De la calle Convención
Botijas
Botijas
de la moña suelta
De las rodillas bien mugrientas
Por la calle Convención

La calle Durazno
Atraviesa dos barrios
De chata figura
De amarga dulzura
Son Sur y Palermo
Rivales y hermanos
Que cruzan Durazno
Camino del mar

Candombe
Candombe murga y batucada
Paseándose por la bajada
De la calle Convención
Canilla
Canilla Acción El Plata Diario
Paquete bajo el brazo largo
Por la calle Convención
Los lentes
Los lentes de los relojeros
Los ojos de los bagayeros
De la calle Convención
Y un día
Un día te veré contento
El día que te lleve el viento
De Durazno y Convención

Candombe
Candombe murga y batucada
Paseándose por la bajada
De la calle Convención
Los perros
Los perros de los bichicomes
Durmiendose por los rincones
De la calle Convención
Baldosas
Baldosas partidas hace años
Recuerdos que me hicieron daño
Por la calle Convención
Y un día
Un día te veré contento
El día que te abrace el viento
De Durazno y Convención

jueves, 14 de septiembre de 2006

estudiando

"Lo que perturba y alarma al hombre no son las cosas, sino sus opiniones y figuraciones sobre las cosas."
Epícteto

viernes, 8 de septiembre de 2006

INSTANTANEA

Cruzó la avenida con el sol en los hombros,
Cruzó con su paso elegante
y su figura esbelta.

Cuando llegó a mí, me sonrió.

Y fuí feliz ese
instante.

VOS

Y estabas ahí

Como en el principio.
Oculta en algún pliegue olvidado
de mi memoria

Verte fue sentir
otra vez el corazón en el cuerpo

Tu risa, como antes
como ahora y siempre
suena en mi alma

Perderme en tu mirada de miel
como entonces,
tus manos que dibujan
mariposas en el aire.

Principio
Entonces
Ahora y siempre

SOLEDAD

La soledad es despertar y no tener con quien compartir el amanecer.
Es el perfume que se usa sin esperar que nadie lo huela.
Es sentir la belleza de la vida y no tener con quien amplificar ese sentimiento.
Es un té dulce tomado rápido en un rincón, esperando el cortado que tomarás en un bar cualquiera, compartiendo tu soledad con la de otros.

Soledad es el gusto que dejan en la boca los besos que no salen de tus labios.

martes, 5 de septiembre de 2006

RIO

El río es mío.
Lo conozco bastante bien.
Parado en la Rambla, con ese extraño olor entre soleado y dulce, impregnándome de él es cuando siento una deliciosa sensación mezcla de libertad y paz.
De toda la Rambla, sigue siendo la zona de las rocas, entre la playa del Gas y Ramírez, la que más me gusta, donde siento que soy yo más auténtico. Probablemente sea porque mis recuerdos más felices y más despreocupados están relacionados con ese lugar.
Las palmeras, eso sí, siempre fueron un poco absurdas, como si no pudiera imaginarse el paisajista otra forma de crear un zona de costa, burda imitación de ciudades donde el calor y el color son tan diferentas a nuestro querido, aburrido y confiable gris.
A veces, en el verano, el sol le da a esa costa una luminosidad que disimula su vejez, o su pobreza.
Los autos viejos, o ya no tanto, circulan dándole un ritmo que, recuerdo, era lento.
Ahora no sé.
No tengo presente de la Rambla.

El río es mío.
Lo conozco bastante bien.
Navegando en sus aguas marrones y barrosas es cuando se ve toda la extensión de la ciudad enorme.
Orgullosa y altiva lo ignora, como si quisiera olvidar su origen.
Impresiona verla, desde la distancia que da estar bien metido en las aguas que tocan su costa olvidada; se muestra impenetrable.
Cuesta recordar sus esquinas afrancesadas, su avenida española, sus barrios chatos y grises.
Ahí se toma conciencia de su tamaño, de su lejanía, de lo difícil que es apropiarse de ella en su totalidad.
La Costanera no es una línea única, recorre paisajes diferentas que describen necesidades distintas.
Al Sur, más pobre, la zona más vieja y abandonada, al Norte la opulencia y la riqueza.
Pero hay belleza en las dos partes y en el puerto, que une todo como un corazón poderoso y demandante a la vez.
Tiene el ritmo incesante que se palpita en el movimiento de sus aviones, que vienen y van transportando vidas e ilusiones, comunicando personas.
Si el navegante se sienta a pensar, cuando salió de cualquiera de los puertos de la costa Norte y llegó a la zona de aeroparque, al ver aterrizar un avión puede suponer que salieron al mismo tiempo sin temor a equivocarse.
Fabuloso.


El río es mío.
Ya no sé cuan mía es Montevideo, ciudad en la que no crecí, en la que casi no amé y cuyas calles caminé poco y que despiertan recuerdos lejanos.
Calles en las que no trabajé y cuyos peatones son gente mía con la que me une sólo el origen.
No sé cuan mía es Buenos Aires, y la conozco muy bien.
La he caminado. La he sudado.
En ella he amado y he sido amado. Sus esquinas evocan a mis amigos. Todos sus cafés y bares se conectan con mi historia de hombre.Mi descendencia y los que amo viven ahí.
Las caras de la gente me resultan próximas.
Pero, nada en Buenos Aires hace sonar los tamboriles de la sangre que corre por mis venas.
Candombe que necesita salir a veces a sonar y que no encuentra eco. Sangre que no es solamente tango y rockanroll.
Tampoco Montevideo hace que mi cabeza y emoción sientan deseos de quedarse.

El río me une a esas dos ciudades, la materna y la elegida, como una corriente de amor marrón. Impredecible.
Exige navegación cuidadosa.
Exige estar preparado para el cambio de viento.
Como la vida, exige estar atento.