Pero el discurso del poder, representado en un jocoso ejemplo por Susana Viau en éste post de Baleno olvida que Domingo Cavallo tenía sólo 35 años cuando fue presidente del Banco Central en la dictadura. Ignora que Karl Marx tenía 26 años cuando escribió sus famosos Manuscritos económico-filosóficos y sólo 30 cuando redactó con Engels ( un jovenzuelo de 28) el Manifiesto. Obtura que en 1810, French tenía 35, Moreno 32 igual que el luego General San Martín. Bolívar, sólo 27. En otras épocas y lugares del mundo, Washington tenía 44 años en la guerra de independencia norteamericana y Lenin sólo 35 en la revolución de 1905.
El poder usa el lenguaje como arma poderosa, nombrando o desnombrando, adjetivando para descalificar sin discutir lo que merezca ser debatido o utilizando esa adjetivación para ponernos como oyentes frente al otro en una lógica de amigo-enemigo.
Los cuadros que perdimos como sociedad en el período de la dictadura implican además una pérdida de capacidad de pensamiento , formación y transmisión de criterios y experiencia. El uno por ciento de los 30.000 necesariamente deberían haber estado para ocupar cargos de dirigencia, gestión y docencia. Como sociedad también pagamos el precio de los errores e inexperiencias de la juventud dirigente, sean de La Cámpora ( con acceso al poder ahora) o de el PO.
El poder no disfruta del pensamiento crítico.