Viene por el pasillo, caminando en fila con las otras.
Las manos atrás de la espalda y la mirada dirigida hacia el piso; como le ordenaron.
Pide permiso para poder cruzar las líneas que marcan la circulación y así sentarse en el banquito, junto al teléfono.
Una luz fría, impersonal y cruel las ilumina.
Hace seis años que no la veo, está mucho más vieja ; pero no está avejentada. Su palma toca el frío vidrio blindado. La mía intenta derretirlo y nos miramos fingiendo ambos que lo hemos logrado.
Su voz, en el teléfono berreta del penal no es la misma, pero es la misma.
Sigue siendo fresca e increíblemente esperanzada.
No es lo que nos decimos ; en esta corta visita posible ; aunque le cuento de mi novia en Buenos Aires, de mis proyectos ,de mi barba afeitada hace media hora en el bar cerca del penal .
Ignoramos si nos volveremos a ver, y como, y cuando.
Es como nos miramos, como nos transmitimos todo lo que no puede decirse, porque está prohibido.
O no hay palabras .
Su mirada me dice que está ahí como culminación de una vida auténtica, coherente con su forma de pensar y con su forma de sentir la vida.
No hay temor.
No hay vergüenza.
Es sólo el precio a pagar por ser una persona entera.
No hay forma de enjaular las ideas, no hay forma de enrejar a los auténticamente libres.
Nunca antes y nunca después lo sentí tan brutalmente en el estómago.
Mi abuela.
Presa política.
te quedó re bien. de hecho no terminé de enterarme que en realidad no eras vos el que estabas en cana hasta el final. Qué raro una abuela presa, es una imagen re fuerte.
ResponderBorrarBuen fin.
Todavia tengo capacidad de asombro. De todas las imagenes conmovedoras que nos dejo la dictadura y sus horrores nunca me habia imaginado la de una abuela presa y su nieto yendo a verla. Y está buenísimo como está escrito.
ResponderBorrar"Su mirada me dice que está ahí como culminación de una vida auténtica, coherente con su forma de pensar y con su forma de sentir la vida".
ResponderBorrarCreo que la coherencia es uno de los mejores legados que nos dejan los mayores.
Y asi, vamos descubriendo que tu texto no tiene desperdicio...
Genial.
Me ha gustado mucho descubrirte. Al fin un Canilla llega a Santiago de Compostela!
ResponderBorrarConmovedor.
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