Elegir regalos de Reyes es toda una cuestión de discusión interna acerca de la paternidad.
Nunca se me ocurrió seguir el juego del negocio, donde los fabricantes, las cadenas y la publicidad perforan el gusto, el sentido del juego y muchas veces el sentido de la realidad de los purretes.
El mejor regalo que recuerdo fue único por su hechura- una ventaja personal de mi padre- y era el casco de un soldado japonés junto con su katana, pertenecientes a la utilería de una obra de teatro que acababa de bajar de cartel en los últimos años de los sesenta. A mis hijas siempre les regalamos algún juego que no fuera la Barby o similar. Eso te exige un trabajo personal de militancia, por decirlo en forma exagerada, de ir instalando en tu descendencia el hecho de que pensar como individuo, actuar en forma conciente y no dejarse llevar por la publicidad, el “sentido común” y todo ese paquete de comportamientos sociales te pone en el lugar del diferente, el otro, el distinto. Y que bancarse eso es cansador.
La lucha contra el sistema de consumo del capitalismo es a veces de tal magnitud que te obliga a estar alerta todo el tiempo.
El resultado de ese trabajo lo ves veinte años después cuando te agradecen con sonrisas y mimos la tableta de chocolate con almendras que les tocó.
Nunca se me ocurrió seguir el juego del negocio, donde los fabricantes, las cadenas y la publicidad perforan el gusto, el sentido del juego y muchas veces el sentido de la realidad de los purretes.
El mejor regalo que recuerdo fue único por su hechura- una ventaja personal de mi padre- y era el casco de un soldado japonés junto con su katana, pertenecientes a la utilería de una obra de teatro que acababa de bajar de cartel en los últimos años de los sesenta. A mis hijas siempre les regalamos algún juego que no fuera la Barby o similar. Eso te exige un trabajo personal de militancia, por decirlo en forma exagerada, de ir instalando en tu descendencia el hecho de que pensar como individuo, actuar en forma conciente y no dejarse llevar por la publicidad, el “sentido común” y todo ese paquete de comportamientos sociales te pone en el lugar del diferente, el otro, el distinto. Y que bancarse eso es cansador.
La lucha contra el sistema de consumo del capitalismo es a veces de tal magnitud que te obliga a estar alerta todo el tiempo.
El resultado de ese trabajo lo ves veinte años después cuando te agradecen con sonrisas y mimos la tableta de chocolate con almendras que les tocó.
Ya empezaré a trabajar en eso. Mis viejos siempre nos regalaban cosas que pudiésemos compartir con mi hermano (2 años menor).
ResponderBorrarEs muy difícil liberar a los chicos del consumismo.
PD: Yo me regalé una katana de verdad hace unos años, para cortar cabezas cuando llegue el fin del mundo. Es poco serio, pero debía escribirlo.
Abrazo!