martes, 11 de febrero de 2014

Tigran Petrosian y la disputa económica



Nos estamos yendo a pique ?

Se hunde el barco ?

Este último mes de enero ha sido cruento, con jugadas obligadas por el adversario pero con retome del control. Es una mezcla de pulseada con ajedrez. El amigo cartonero hace unas interesantes observaciones acá sobre la recurrente historia del Stop& Go y también acá sobre la capacidad de disciplinamiento del Estado.
La historia, que sirve para algo , permite recuperar un discurso de Aguirre Cámara citado por Sidícaro en un imprescindible texto ( Los Tres Peronismos) . Este diputado conservador en 1942 contestaba  a La Nación cuando el diario de la familia Mitre se oponía al cambio de la política tributaria que significaba crear el impuesto a las ganancias:
" Las entidades representativas del comercio y de la industria (...) cuando se trata de que el Estado, con mano fuerte, haga servir a todo el país, a la prosperidad de sus negocios, sostienen, aplauden y estimulan el intervencionismo gubernativo. No aceptan, ni en una pequeña proporción, los naturales rebotes de la política que los beneficia (...). Las potencias financieras, cuya incomprensión estoy descubriendo, en toda su crudeza, en este país tienen influencia extraordinaria. Son casi un Estado dentro del Estado. Su dominación avasallante crece con el tiempo, y en este momento, irritadas e impulsivas, intentan intimidar al Congreso y al Poder Ejecutivo. Si ganan la partida, quedarían incontrastables , y quién sabe cuándo podría dominárselas."

Esto no es socialismo, ni comunismo ni montonerismo.
Es curioso que un discurso conservador describa perfectamente a los enemigos de un Estado fuerte e inteligente como el que propone desplegar este proyecto al que se lo tilda de revolucionario.
Lejos estamos de los controles a los que llama Maduro en Venezuela.
El párrafo denuncia y expone la pelea entre un Estado y un sector dominante que intenta imponer condiciones a la sociedad. Los tiempos han cambiado , pero siempre estos medios han defendido a la derecha política y a los intereses de clase ejerciendo y actuando la hegemonía.
Uno de los problemas del kirchnerismo es que cuesta adivinar cual es su estrategia. No es un jugador de ataques impetuosos , brillantes y mortales como lo que hacía el gran Mijail Tal. Pero los ha hecho.
Tampoco parece ser un jugador de estructuras fijas y fortalezas imbatibles como Botvínnik. Pero las tiene.
Queda por saber si , como el gran maestro armenio, puede anticipar casi todas y cada una de las posiciones del adversario , impidiéndole jugar.
El afil al fondo del tablero que significa la devaluación forzada parece más producto de un año de falta de claridad en la conducción económica (ministro, vice, presidenta del Central, presidente AFIP y etcéteras sin una clara línea de conducción ) que un ataque inesperado. El enfrentamiento de reservas entre los sojeros con 5 M Millones en los silobolsas y el Gobierno con sus 25 M Millones en reservas era previsible porque aquí y ahora en el campo económico es donde se disputa el poder .
Sin embargo parece haberse encontrado con que el Gobierno retomó el control de sus torres y sus alfiles.

1 comentario:

  1. Rosa Quiroga de Aramendía Avellaneda, Provincia de Buenos Aires11 oct 2014, 7:15:00 p.m.

    Baleno, me gustaría tener un Baleno, aunque sea usted. En el libro “Amor y Anarquía, la vida urgente de Soledad Rosas”, Sole en los últimos meses de su vida, conoce a un tipo llamado Edoardo Massari al cual la gente apoda “Baleno”, como usted se auto apodó: "Licenciado Baleno". Baleno en Italiano, significa “rayo”. Hipnotizada por el libro, caí en cuenta que no importa el hombre, sino el apodo (en este caso, Baleno, o baleno). Este hombre, había estaqueado el alma a Soledad y por eso valía todo su nombre.
    Pues eso, me gustaría tener mi propio Baleno, uno que esté conmigo si el destino son unas sierras al costado de un campo de manzanillas, en una casa tranquila y austera, con aberturas verdes, e interminables cortinas blancas, con una cama de caños viejos, y un gran horno de barro donde yo cocinaría mientras mi Baleno toca la guitarra, sentado en una silla de madera azul y blanca (como los colores de Racing). Toca la guitarra, me mira, vuelve a tocar la guitarra, y mientras limpio los restos de harina que tengo en mi frente, él se para, tranquilo, me da un beso, me agarra la cintura y salimos al patio, campo de manzanillas, tiramos una sábana (todas nuestras sábanas serían de colores pasteles, y sin estampados, todas lisas, y muy suaves) y nos matamos a amores, tendidos con el hermoso sol de la sierra, con usted: Baleno.
    Luego fumaríamos porro, o antes, o siempre, y nos besaríamos largamente. A la noche llegarían las visitas y la comida estaría lista, y nosotros felices, en nuestra hermosa simpleza.
    O por ahí a mi Baleno y a mí nos toca esta ciudad, o cualquier ciudad, noches de pachamama y ron, o whisky, o rock and roll. Por ahí nos toca perdernos entre los autos y las luces, curtirnos en cualquier esquina de Buenos Aires, besarnos en cada cuadra un par de minutos, y volver al departamento minúsculo donde por tanto amor nos cortaron el gas. Las persianas siempre a medio cerrar, porque a mi baleno le molesta la luz del día, porque le escapamos a la ciudad cuando no la consumimos. Porque aquí, lo único que tenemos de paz son nuestros brazos, y compramos comida todos los días porque no gastamos nada de nuestro tiempo en eso, porque no queremos estar separados ni un poquito, porque lo mejor que tenemos en nuestra vida es arañarnos la piel en nuestra cama, rota, destartalada, con los pelos enmarañados, cantando canciones de cualquier tipo y gusto a alcohol en la boca, gusto a vicios, eternos vicios que nos salvan de aquello que creíamos que era bueno y nos terminó matando (como otros amores, por ejemplo).
    En definitiva, en el lugar que sea, quiero que sea con usted, Baleno. Por un par de meses que duren para siempre.
    Un Baleno que sea luces en la tormenta, que me haga mojar la cara y estremecer el cuerpo, que no me asuste en esta lluvia.
    Quiero un Baleno que me saque de mi maldita teoría de ser transición de la vida de los hombres. Uno que me parta el alma cual rayo, uno que me asegure, que no voy a ser nunca más el paso entre estados de ánimo de cualquier hombre que vuelva a cruzarme. Uno que me prometa, que con él, se terminaron las transiciones, que nunca más deberé preocuparme por cualquier otro aroma, que no sea el nuestro, Licenciado Baleno.

    Rosa Quiroga de Aramendía
    Avellaneda, Provincia de Buenos Aires

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