lunes, 24 de octubre de 2011

Cristina no es 2.0

CFK nos muestra como la emoción, el contacto y la pasión forman parte de la política. Hubo un tiempo desmovilizado donde la participación estaba pasteurizada, donde se nos hablaba desde la política a todos como a un único sujeto. El famoso " la gente". No somos "la gente" sino que somos un pueblo. La integración de contradicciones culturales, raciales e ideológicas dentro de una sociedad que tiene un modo de producción capitalista. La realidad virtual que nos proponía el neoliberalismo nos desconectaba de nuestra corporalidad. Lo biológico de la pulsión erótica- la emoción, el contacto- es tapado por la conexión a una web que no nos pertenece pero que nos permite " realizar" las funciones obligándonos al consumo. Elecciones dentro del menú de posibilidades.
NK y CFK, como un par de outsiders, de figuras atadas a un pasado superado, repusieron el valor del dispositivo de la política como lugar de emoción.
Los militantes de toda edad y pelaje ideológico del campo popular sienten en el cuerpo esa emoción. Los jóvenes construyen un futuro. Los veteranos justifican un pasado.
La política del cuerpo recupera su valor, replantea la virtualidad y elimina la figura del candidato como objeto de consumo.
No me parece que sea sólo la gestión , la AUH, la baja del desempleo, los científicos repatriados o el viento de cola.
Un discurso posmoderno -en el sentido de una sociedad siglo XXI- ha impuesto el par NK-CFK. La mirada de los derechos. Derecho al matrimonio igualitario, derecho a la salud, educación, comunicación. Derecho al trabajo y a la cloaca .
El derecho del sujeto atraviesa a las ideologías. La defensa del individuo, no como clase sino como individuo es la propuesta que permite encontrarle grietas al sistema. ¿ Es definitivamente el único camino posible? No lo se. Gramsci decía que había que mantener el optimismo de la voluntad junto al pesimismo de la inteligencia.
Nunca menos.

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