viernes, 27 de octubre de 2006

QUINCE MINUTOS

Sólo, bajo los árboles, escuché el viento.
Sentía que de a poco el aire me limpiaba la piel y me vaciaba por dentro.
Sin embargo, resultaba difícil respirar a su ritmo inclemente, era mejor dejarse llevar por el sonido.
Infinidad de pequeños ruidos junto al bajo continuo de la corriente.
Extraña sensación.
Supongo que el vacío ayuda a la limpieza interior y a buscar un ritmo de vida diferente, pero, no es creíble pensar que pueda lograrse todo el tiempo.

En la otra mesa, ella me mira.
Su cortado se enfría lentamente detrás de la nube azul.
Siento un extraño ardor, recuerdo de un tiempo olvidado. Quisiera tener un aspecto más interesante, pero no parece importarle demasiado. Ambos tenemos el Página 12 abierto en la misma; y nos damos cuenta.

Lentamente me saco la remera, hundo mis pies ahora descalzos en la fresca y crujiente pinocha. Dejo mis bermudas y siento la felicidad de la desnudez entre los pinos.
El viento me acaricia, fresco y limpio.
Sentado.
Escucho.
Respiro.
Me voy vaciando de impurezas.

Doy vuelta la hoja lentamente, mirándola a los ojos.
No la veo, pero siento que su mano duda. Un ligero temblor anticipa la resolución.
Aceptará la invitación?
Luego de una eternidad veo una pequeña mano danzando en el aire. Su mirada interroga y su pecho palpita.

Desnudo me yergo. Siento el placer de caminar en forma natural.
Mi piel refleja la corteza de las hojas, me siento totalmente protegido. Soy uno más.

Cierro el diario mientras pago el café.
Me acerco a su mesa.
El viento acaricia mi piel.
Gracias, le digo al bosque.
Gracias ,le digo a ella.

Fueron quince minutos de belleza.

2 comentarios:

  1. Me encanta la mirada masculina de tus encuentros. Pero siempre los encuentro tan fugaces!!! Permaneceremos alguna vez?
    Por lo pronto, me quedo por aquí... Un beso

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