La locura en las ciudades actuales, es seguramente directamente proporcional a la forma de manifestación del humor y el cansancio de sus habitantes.
Suele suceder que, a medida que avanza el estado de indefensión de nosotros , los pobres gusanos de la tierra, avanza la locura que nos envuelve y contiene.
Esta ciudad, húmeda como vagina y amplia como útero, espera la penetración del mal, el glande del infierno , para comérselo.
Intoxicada por el semen mortal, no puede hacer más que exitarse y gozar con el salvaje toque de lo tenebroso y entonces como pútridos efectos del sexo en las alcantarillas, sus vahos nos intoxican y sólo nos dejan pensar en nuestra propia supervivencia, la salvación individual.
Aquí y ahora.
Instantánea.
Fugaz.
Pero su casquivana alegría, sus falsas luces de belleza ocultan la auténtica belleza de los otros.
Los ningunos que la caminan. Trajinan. Sudan.
Atravesada por horrores y bellezas, sudores y olores.
Tibia como cama de puta.
Fría como cara de banquero.
Falsa como discurso de político.
Tierna como sus adolescentes. Frágil como sus viejos. Hermosa como sus mujeres.
Digna como sus Madres.
Hacer el amor con Palermo, coger con Constitución, garchar con Flores.
Enamorarse de Buenos Aires.
Ciudad hermosa y cruel. Que puede traer los peores y los mejores recuerdos.
ResponderBorrarMuy lindo como para arrancar un Viernes cobarde!!
ResponderBorrarUna descripción maravillosa y sentida que me recordó a los pasajes de Benjamin en Paris, cuando la narración se vuelve mezquina.
ResponderBorrarMe dieron ganas de ir a BSAS
Saludos
Buenos Aires es lo más, Canilla. Cuánto la queremos.
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