El tipo entró, erguido sobre su metro sesenta y cinco y le pagó la entrada a la chica de la boletería. Caminó lentamente, agradeciendo con sonrisas algunos saludos que le hacían desde las mesas. El traje verde botella contrastaba con la blancura de la piel. La luz impiadosa de la cancha mostraba marcas del doblez de la percha en el pantalón que no lo afectaban, el teñido de negro en los rulos largos tampoco. Se acercó aparatosamente a una de ellas y se abrazó con otro .
- ¡Feliz cumpleaños , Oscar querido ! le dijo el de la mesa.
- ¿Quién diría no? Ya sesenta y cuatro años de la elección de febrero del 46.
Todos sabían que había nacido en el día de la primera victoria del General.
Recorrió con la vista las mesas de las mujeres solas, mientras sonaba uno de Troilo.
Se cruzó con una mirada que le hizo recordar la del retrato de su infancia en la cocina, cuando le contaban de la pelota que le había regalado cuando tenía casi dos años, en la Navidad del 47.Siempre le había gustado la cara y el peinado. Incluso en su olvidado primer conchabo como aprendíz antes de la colimba, recordaba que cuando asistía a algunas reuniones para que le hablaran del General, los muchachos del Lobo andaban con un afiche que era el mismo retrato.
La mirada, la frente y la nariz.
Por eso, aunque estaba en la otra punta de la pista, siguió avanzando, saludando a los amigotes haciendo tiempo para hacerse ver. Hasta que quedó a la distancia justa.
Ahí , le cabeceó.
- ¡Feliz cumpleaños , Oscar querido ! le dijo el de la mesa.
- ¿Quién diría no? Ya sesenta y cuatro años de la elección de febrero del 46.
Todos sabían que había nacido en el día de la primera victoria del General.
Recorrió con la vista las mesas de las mujeres solas, mientras sonaba uno de Troilo.
Se cruzó con una mirada que le hizo recordar la del retrato de su infancia en la cocina, cuando le contaban de la pelota que le había regalado cuando tenía casi dos años, en la Navidad del 47.Siempre le había gustado la cara y el peinado. Incluso en su olvidado primer conchabo como aprendíz antes de la colimba, recordaba que cuando asistía a algunas reuniones para que le hablaran del General, los muchachos del Lobo andaban con un afiche que era el mismo retrato.
La mirada, la frente y la nariz.
Por eso, aunque estaba en la otra punta de la pista, siguió avanzando, saludando a los amigotes haciendo tiempo para hacerse ver. Hasta que quedó a la distancia justa.
Ahí , le cabeceó.
Ola, what's up amigos? :)
ResponderBorrarHope to get some help from you if I will have some quesitons.
Thanks in advance and good luck! :)
Cabeceo en la milonga? Entendi bien?
ResponderBorrarsep...viene por entregas la cosa
ResponderBorrargenial! me encanta...;D
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