Hace muchos años, cuando trabajaba en una pequeña pyme familiar en Olivos, al salir de laburar me iba a tomar algo a la noche en un bolichito que estaba sobre la calle Corrientes, cerca del puerto (de Olivos). Juan Sebastián Bar , se llamaba el piringundín y quedaba a una cuadra de la terminal del 333 , al lado de la casa de una señora a la que le alquilábamos el teléfono para tener mensajería. No había líneas por ese entonces y Entel era imposible. Recuerdo que una vez encontré un volante, pegado en los postes de luz, avisando que un grupito iba a tocar en Vicente López. Me llamó la atención la doble S mayúscula y eso fué lo que hizo que lo leyera.
No fuí a verlos en ese momento, y todavía lo lamento, aunque no se si me hubieran gustado.
Que otra cosa puedo hacer.
Otro crimen quedará sin resolver
Muy lindas palabras.
ResponderBorrarEl temblor va a pasar Canilla.
Y van a ser muchos los que quieran saldar cuentas pendientes de este tipo.
Un abrazo