Las últimas acciones que ha tomado el Gobierno para la reducción de ministerios reformulan preguntas por el rol de la ciencia y la tecnología (ministerio de Ciencia y Tecnología) así como la planificación o la innovación tecnológica.
¿Por qué la ciencia necesita una sociedad que la exprese?
¿Expresa la ciencia a esa sociedad?
¿La actividad científica está desligada de la problemática nacional?
¿Por qué sería necesario un ministerio que trabaje específicamente en ése ámbito?
La realidad política actual cuestiona la existencia de la ciencia, ya no la problemática del desacople entre ciencia y desarrollo nacional o de la subordinación a sistemas de producción científica elaborados en el exterior.
La ciencia vista como una actividad teórica “encomiable” sin un programa nacional que le asigne un propósito es una actividad para diletantes que solo dan lustre a una sociedad y también un terreno fértil para investigaciones personales que sólo benefician al investigador.
Desde una definición de Estado, el hecho de que la actividad científica tenga un rango ministerial reconoce una política pública que piensa en las necesidades del desempeño científico y también las necesidades y objetivos nacionales y que se proponga articularlas de una manera concreta.
Ciencia como manifestación de autonomía intelectual y por lo tanto capaz de decidir acerca del propio destino o lugar en el conjunto universal de una sociedad determinada.
La autonomía no debe entenderse como autosuficiencia sino capacidad para tomar decisiones basadas en las necesidades propias, con todos los insumos que el pensamiento científico haya producido.
La propuesta de un Estado reducido/bobo que sólo resuelva los problemas de un único sector social contrasta con el discurso del crecimiento que se derrama desde la dirigencia política del gobierno actual.
Es clave distinguir entre crecimiento inclusivo, con la complejidad de productos que se fabrican en nuestro país o la vaga esperanza de un derrame que en algún futuro impredecible se concrete. Para pensar en un crecimiento que incluya nuestra propia producción no podemos dejar afuera el sistema científico-técnológico-técnico. Desarmarlo equivale a entregar el poder del conocimiento al poder global y resignar además de lo económico, la soberanía sobre nuestra capacidad de investigar.
Deberíamos preguntarnos entonces cuales son los discursos que circulan en nuestra sociedad acerca de la actividad científica y su importancia para su desarrollo.
La difusión de la actividad científica, desde la espectacularidad del logro de un satélite diseñado y fabricado para resolver necesidades locales hasta la excelencia de la prestación médica en un hospital pediátrico de avanzada no alcanzan para resolver el problema político que significa llegar a esos niveles de desempeño.
Una sociedad que mira “admirada” pero no se cuestiona todos los días para qué quiere un hospital donde se hace docencia e investigación, o no se interroga sobre el perfil de ingenieros que forma ni se pregunta qué sentido tiene hacer investigación sobre la eficiencia en el uso de nutrientes es una sociedad que no cuestiona a sus representantes políticos por compromisos objetivos en política pública.
Así las cosas, una dirigencia política que propone discursos sin fijar objetivos, sin disponer recursos económicos, sin diseñar planes ni mucho menos formular mecanismos de control lo que facilita en el mejor de los casos es el abandono y en el peor la apropiación por parte de sectores de capital de zonas de investigación donde el diferencial económico producido es de mayor valor.
Eliminar ministerios es una política pública.
¿Qué piensa la sociedad sobre éso?
Mi estimado Canilla:
ResponderBorrarCon la velocidad con que la calaña que nos gobierna nos está haciendo retroceder décadas (en este y tantos otros aspectos), no será extraño que cuando nos toque tendremos que empezar de cero, una vez más...
Me parece significativo como hecho simbólico que se haya degradado al ex Ministerio de CTeIP, es una señal clarísima de que al Estado que pretenden estos tipos, la ciencia y la tecnología le importan poco y nada. No tengo duda de que, lo digan abiertamente o no, están buscando un "efecto desaliento" para que muchos investigadores ya formados bajen los brazos y/o vayan haciendo las valijas, y ni hablar del mensaje que le llega a los jóvenes con vocación de seguir una carrera científica o tecnológica.
En cuanto a la visión que puede tener la sociedad sobre el asunto, al igual que en tantos otros temas lo que transmiten los medios es fundamental. Ya antes de las elecciones de 2015 el candidato Sergio Massa se había burlado del ARSAT al llamarlo "una heladera en órbita". Que esa declaración haya pasado de largo sin mayores cuestionamientos periodísticos ya era un signo de lo que se venía: el ninguneo y el desmantelamiento de todos o la mayor parte de los logros de los últimos años. Y después vino lo ya conocido: el retroceso a épocas cavernarias con los gritos de "Agarrá la pala" mientras se echaba y/o reprimía a científicos y técnicos de INTI, FM, Nucleoeléctrica Argentina, etc., etc. Y no esperemos que con la generalización de la malaria económica salga alguna movilización contundente a favor de la ciencia y la tecnología: en palabras del presidente del directorio del Conicet: "Con la pobreza que hay, no nos podemos dar el lujo de invertir en esto".
Así está el panorama. Habrá que esperar otro momento para retomar debates cruciales como "cientificismo vs CyT al servicio del desarrollo nacional" o si es lo más adecuado diseñar un plan como el lanzado por Barañao en su época cristinista (el del video que le pasé por TW). Obvio que hay que seguir pensando, pero como dice nuestro por desgracia presidente, estamos atravesando una tormenta (la que generaron él y los suyos) y habrá que superarla. Como se superaron otras en nuestra historia.
Un abrazo.
Comparto que estamos atravesando una tormenta. Sé que estos debates no son "urgentes".
ResponderBorrarQuizá caracterizarlos como "importantes" abra una posibilidad de propuesta política que proponga objetivos a cumplir.
Abrazo