martes, 15 de enero de 2019

Apuntes sobre La Calesita Argentina.



El amigo @escriba se tomó el trabajo de revisar algo que nos pasa a muchos de los sujetos politizados que caminamos estas pampas. El dejá vue en la política es “la calesita” que plantea el paso recurrente por los mismos lugares.

Es un ejercicio interesante tratar de explicar estas vueltas y vueltas desde la aplicación de un herramental teórico que para los que no somos del palo cienciapolítico quizá no hemos intentado. Tanto Maquiavelo como Platón son usados para este ejercicio que intenta aportar respuestas a esa pregunta.
Por supuesto , éste apunte rápido no intenta ser un comentario y mucho menos una opinión crítica ( en el sentido amplio ) sino solamente un detalle de los puntos que me dejó su lectura. Algunas ideas me resultaron conocidas, por haber leído algún trabajo académico de Nicolás sobre Maquiavelo, pero la introducción de los griegos me resultó novedosa.
Toda lectura es parcial y por lo tanto es mi lectura.

Lo primero a anotar es que para mí no hay una repetición de hechos políticos, si hay similaridades pero no repeticiones. Más que una calesita circular es como el avance del tornillo.  Se pasa por las mismas coordenadas externas pero en otro plano.
Dicho esto, me encontré con cosas interesantes para problematizar y pensar.

El primer desafío es pensar que el programa del partido del pueblo, el plan de los sectores populares es amorfo, débil y aparece apenas como una propuesta defensiva para no ser dominado. Dice Nicolás que hay que anotar cuidadosamente lo que planteaba O Donell cuando decía que encontraba una manifiesta incapacidad  por parte del partido de los trabajadores de poner en caja a las elites con un proyecto dominador. Anota con agudeza que no queda claro si es incapacidad o falta de voluntad , pero  que en todo caso se manifestó durante el período glorioso de los 30 años del capitalismo del siglo XX desde  el 45. Y agrega que es a ése sector, que a duras penas y con alianzas cambiantes lograba defenderse , al que la dictadura militar derrotó en toda línea. Es ése sector el que produjo como herederos a las clases urbanas más debilitadas, menos organizadas que fueron la mano de obra de la nueva globalización del capitalismo.

Lo primero que hay que pensar cuando uno “se mete en política” es con quién lo hace.
El sujeto colectivo heredero de la tradición política de los 60-70 no es “la comunidad organizada” del discurso peronista sino un agregado de individuos mano de obra de un capitalismo global que cambió muy rápidamente su matriz productiva, entre otras cosas, para “desorganizar” comunidades.
El humor popular es apenas no ser molestado.

El segundo desafío es la provocación a pensar a la figura del líder como un espacio vacío. Por supuesto que hay un ejercicio laclausiano y lacaniano  con lo que plantea como punto de referencia, pero lo interesante es pensar que los populismos proponen llenar ese espacio con un líder y los  no populismos lo llenan con una figura que es integrante de un equipo. 
El líder no es reemplazable por una figura de equipo y esto es una ventaja comparativa muy fuerte para resolver problemas de continuidad política cuando miramos los modelos.

El tercer desafío es proponer que no nos encontramos frente a expresiones hegemónicas de un tiempo sino apenas de expresiones contingentes. Ni el kirchnerismo ni el macrismo son formas de hegemonía sino contingencias de hegemonía escindida, tomando esta categoría de otros autores. Ganar no es ser hegemónico. Es sólo ganar en un momento dado. 
De acá sigue que construir mayoría electoral es un proceso artesanal, tomando expresiones ( sentido, símbolo) que siempre están ahí porque el paisaje social cambia mucho menos que la contingencia de gobierno.

Y para postre, nos provoca diciendo que la salida es antes comunicacional, discursiva, que de construcción de un modelo político o una propuesta. Plantea reponer valores, miradas  de un  mundo en disputa, además de información y datos para convencer en el debate en el ágora.

Preocuparse  por qué siente el otro, para que el otro escuche una solución posible.
Vale la pena leerlo, botijas.

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