Si las categorías principales del herramental teórico de Gramsci son la criticidad y la historicidad y tratamos de aplicarlas en una mirada que intente revisar algunos discursos del actual momento político, aparece nuevamente un viejo problema de la izquierda intelectual en términos de su anclaje en el mundo de los trabajadores. El tejido particular de domino y consenso sobre el que está construido nuestro Estado Nacional y sus formas de dirección política continúan siendo no reconocidos por los paradigmas de una izquierda que sigue incapaz de interpelar esas particularidades.
Como en los setentas, la imposibilidad de reconocerse como actores dentro de una sociedad a la cual ofrecer una alternativa de praxis política conducente a una mejora sustantiva de la realidad sociopolítica cotidiana, como primer escalón hacia a una discusión profunda del modelo, le priva al sector social más dinámico de la sociedad, el sector del mundo del trabajo y de la falta del trabajo en los comienzos de este siglo XXI, un capital simbólico y teórico importante y necesario.
Del análisis de la encuesta de intención de voto que el amigo Artemio publica, surge que casi el 20 % de los votantes de la capital van distribuidos en diferentes ofertas de una izquierda repartida en corrientes distintas. La imposibilidad de construirse como alternativa a nivel país es ya una constante histórica que merece reconocerse y debería obligar a una crítica interna profunda y honesta, intelectual e ideológicamente.
Mientras tanto seguimos en la oposición planteada entre estos ñatos y nosotros.
Honestamente, me parece que la falta de unidad de la izquierda y aledaños (me cuesta mucho meter a Ibarra, por citar un ejemplo, en esa ubicación) es el problema menor.
ResponderBorrarSi todos se unieran, ¿harían algo mejor, aparte del posible amontonamiento de votos? Si algo enseña la experiencia de Zamora en 2001-2003 es que ese amontonamiento no resuelve los problemas e, incluso, los agrava.
Distingamos: izquierda y centroizquierda.
El centroizquierda (la porción mayor del lote) tiene una tosca idea de que hay que dejar al capitalismo salvaje que haga su faena y repartir plata y comida para atenuar los feroces efectos sociales de esa faena. Este afán de Sociedad de Beneficencia se complementa con una serie de posturas en el terreno del libre pensamiento, que justas y necesarias como son, no dejan de constituir una parcialidad si no se integran en un programa orgánico de emancipación social.
La izquierda, con los infinitos matices que contiene, se ha vuelto incapaz de comprender la situación concreta de un país dominado, las contradicciones que engloba y las formas cambiantes y nunca perfectas que adquiere la realidad política.
En resumen. Si los que se juntan están todos equivocados, ¿cuál es la utilidad de que se junten?
Un abrazo
Suponía que le interesaría el tema. Y comparto parte de su mirada, estimado Andrés. Quizá habrá que seguir con Gramsci y releer a Hernández Arregui. Y confieso que en la suma del 20 % no agregué(je) a Ibarra.
ResponderBorrar